Recollemos de seguido un interesante traballo de Manuel Fernández-Valdés sobre os actos da Semana Santa en Tui xunto con algunha referencia á vila veciña de Valença do Minho ata onde achegábanse moitos tudenses para participar nalgún dos actos alí programados-
Para completar o panorama que esboza maxistralmente Fernández-Valdés, cabe lembrar a existencia dunha antiga procesión, desaparecida nos finais da década de 1960, o domingo I de Pasión, hoxe quinto de coaresma: a do Cristo da Agonia, que na tardiña percorria as vellas rúas tudenses acompañada exclusivamente por homes, que pola mañán tiñan cumprido o “precepto” (confesar e comulgar alomenos unha vez ao ano por “pascua florida”). Neste desfile portábase a fermosa talla barroca, chea de dramático realismo do Cristro agonizante, que se conserva na Catedral. Hoxe este paso penitencial foi incorporado á procesión do Pasos na mañá de Venres Santo.
Se tivesemos de sinalar un elemento identificador da nosa Semana Santa sería obrigado citar o monumento do Xoves Santo da nosa Catedral. Trátase dun monumental altar ou retábulo en madeira que era anualmente montado para os oficios da Semana Santa, ficando só permanentemente na nave catedralicia a súa parte superior. É unha auténtica xoia que conservamos en Tui cando na maioria das Catedrales perdeuse este “altar portátil”. O que hoxe contemplamos permanentemente instalado na nosa Catedral no lado do Evanxeo (sobre a porta norte) -e que xa moitos denominan altar de San Telmo ao ter colocada imaxe procesional do patrón- é o altar/retabulo que se montaba anualmente para acoller a reserva do Santísimo o Xoves Santo. Afortunadamente e para garantir a súa conservación mantense todo o ano instalado, aínda que non na súa totalidade pois algunhas pezas precisan de restauración. Realizado polo escultor de San Adrian de Cobres, Juan Luis Pereira, en 1775 posue un programa iconográfico vencellado á Eucaristia e as súas referencias bíblicas.
Tampouco sería xusto esquecer aos "soldados romanos" que acompañan aos desfiles procesionais e que co ruido das súas lanzas sobre as rúas empedradas estremecen aos cativos ou o fermoso espectáculo da Horta das Oliveiras, que transforma a Capela da Misericordia lembrando a solitaria oración de Xesús, son estampas típicas da nosa Semana de Pasión, que con celo conserva e promove a "Hermandad del Dulce Nombre de Jesús y Santa Casa de Misericordia".
Pero tamén son moitas os costumes perdidos co paso do tempo, algúns que Fernández-Valdés enuncia no seu escrito, outros como a procesión do Santo Cristo, ou os estandartes que tantos e tantos rapaces tudenses portamos na procesión dos pasos.... As reformas litúrxicas derivadas do Vaticano II, ao recuperar unha vivencia máis intensa prescindindo de costumes e “ropaxes” que dificultaban a percepción do misterio cristián, provocaron o declive ou supresión de vellos costumes que, con todo, tiñan a virtualidade de sinalar públicamente o carácter sacramental destas xornadas. No sustancial esta vella cidade conserva boa parte das tradicións da Semana Santa como un sinal de identidade certamente característico que compre manter, dignificar e, incluso, enriquecer.
SEMANA SANTA por Manuel Fernández-Valdés
Las solemnidades de la Semana Santa y las fiestas patronales de San Telmo forman un ciclo completo por estar las últimas cronológicamente subordinadas a las primeras. En Tui se celebran con gran brillantez y nuestros visitantes solían empalmar ambas.
Por falta de espacio solamente hablaré a grandes rasgos y en visión retrospectiva de la Semana Santa, sin detenerme en describir la severidad y grandeza de sus magníficas procesiones.
El tercer domingo de Cuaresma se celebraba en Valença do Minho la tradicional procesión de los Pasos. Tuy y sus contornos se volcaban materialmente en la citada plaza fronteriza. No era posible transitar por sus rúas y “largos”.
Indelebles recuerdos de aquella solemnidad era la gran cantidad de pobres en la subida de la Gaviarra que mendigaban una “esmoliña”; los puestos de baratijas, entre las cuales, cornetas de barro que reventaban el pecho para arrancarle una nota y los altramuces “entremeninos”. El S. P. Q. R. (Senatus Populus Que Romanus) de los lábanos que todos interpretaban “San Pedro Quer Rosquillas” y las batallas con que nos despedían desde los baluartes los “garotos” (chiquillos) portugueses. Las tabernas hacían su agosto despachando postas de bacalao y lamprea con arroz bien regado con “vinho verde”.
El Domingo de Ramos, desde muy temprano subían a nuestra S. I. Catedral caravanas de niños y niñas con grandes ramos de oliva, adornados con naranjas y flores. Después de la bendición salía, como hoy, la procesión de las Palmas, presidida por el Obispo. Por la tarde desfilaba la procesión del Ecce Homo, con la Virgen. Se llamaba “la procesión dos caladiños”.
El Miércoles Santo se cantaban “Las Lamentaciones de Jeremías”, por la gran Orquesta de Capilla. Terminaban los oficios con las Tinieblas. Centenares de niños, provistos de “rolas”, “matracas” y “rolones”, ensordecían las calles hasta que, al apagarse la última luz en la Catedral , se les permitía la entrada y con su estruendo parecía que se desplomaban las bóvedas.
El Jueves Santo es la fiesta del Amor Santo. Todo era blanco. Por la mañana se bendecían los Óleos. A las doce tenía lugar la comida de los Apóstoles, presidida por el Obispo. En los buenos tiempos era plato obligado el salmón.
Por la tarde, durante el Sermón del Mandato, tenía lugar el lavatorio de los pies. También se visitaban los Monumentos, que representan la entronización solemne de la Eucaristía. En la Catedral había Oficios y Tinieblas.
El Viernes Santo tienen lugar dos conmovedoras ceremonias: El Encuentro, que es un Auto Sacramental, se celebra por la mañana, y al final del mismo desfilan las preciosas imágenes de San Juan, la Verónica, Jesús camino del Calvario y la Dolorosa. Todas tallas impresionantes, en especial la última que es la obra póstuma de Querol.
Por la tarde, tras el Sermón del Desenclavo, en Santo Domingo, se organiza la solemnísima Procesión del Santo Entierro, con largas filas de luces acompañando a la Urna Santa. El silencio es impresionante; solamente las tristes notas de las marchas fúnebres que entona la música. Y en la Catedral suenan las campanas de palo.
El Jueves y Viernes Santo quiere la tradición española que señoras y señoritas acompañen la Virgen ataviadas con la elegante mantilla.
Aquí, desde el jueves, en la visita a los Monumentos, se ven grupos de bellísimas mujeres –y digo bellísimas porque con este atavío aún las menos favorecidas parecen hermosas- luciendo en el pecho y en la cabeza claveles rojos. En las procesiones del Viernes no hay claveles rojos, pero para romper la monotonía del negro es frecuente ponerse flores moradas naturales o artificiales.
El Sábado de Gloria se quitaban a primera hora los paños morados que cubren los altares. Se bendecía el fuego sagrado, que se llamaba el “fuego nuevo”. Con el se encendía el “cirio pascual” que representaba a Cristo resucitado. También se bendecía el agua de la pila bautismal.
Después comenzaba la Misa de Gloria, que es muy corta. En el momento en que el celebrante entona el “¡Gloria in excelsis Deo!”, sonaba la trompetería del órgano y se echaban todas las campanas al vuelo. Sonaban las sirenas de las fábricas y desde muchas casas se elevaban cohetes.
Eran muchas las personas que pasaban a Valença en donde tenía lugar “a queima do Xudas”, que era un muñeco relleno de paja y bombas que se ahorcaba descolgándolo desde la muralla; decía su testamento, siempre de actualidad, y se procedía a prenderle fuego para hacerle estallar en medio de la general algazara.
El Domingo de Pascua es la principal fiesta del año eclesiástico alrededor de la cual gira todo el ciclo litúrgico. No puede ser antes del 22 de marzo ni despues del 25 de abril.
“Altas ou baixas
en abril
caen as Pascuas”
Es costumbre tradicional el regalo a los ahijados de la rosca gramada, con tantos huevos como años tiene el niño, sin pasar de doce.”
En Boletín de Información del CIT de Tuy, marzo de 1961.
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