Temos sinalado neste blog en diversas oportunidades o descoñecemento que posuimos da historia contemporánea de Tui fronte a outros períodos históricos moito mais investigados que a nosa historia mais recente. Aspectos como a vida política tudense na primeira metade do século XX seguen esperando un achegamento como tamén os procesos e dinámicas socias desenvolvidos no noso territorio.
Hoxe ofrecemos en Tudensia un post sobre a fábrica de galletas “La Penínsular” que abrangue case medio século da vida económica tudense. Achegamos a información ofrecida polo profesor de historia económica da Universidade de Santiago de Compostela, Angel Ignacio Fernández González, no seu blog “Galicia Agraria” nun documentado post sobre a industria de galletas en Galicia nos principios do século XX.
Aportamos a rica e moi completa información que achega profesor Fernández algunha pequena referencia da nosa autoria colocadas como notas.
La verdad es que Galicia no reunía ventajas especiales para dedicarse a la fabricación industrial de galletas. Deficitaria en harina de trigo, sin producción propia de azúcar, con ciudades pequeñas, con transportes deficientes. A cambio, la oferta de huevos, de mantequilla, de leña, de mano de obra, eran razonables, pero haciendo balance de ventajas y desventajas no es de extrañar que surgiesen pocas iniciativas en el sector galletero.
Ahora bien, en este cuasi desierto para las galletas brotó de repente un pino, y ello sucedió al sur, lejos de A Coruña, en la frontera con Portugal. Allí, en Tui, fue fundada en 1913 (1) la firma galletera más importante y duradera de Galicia por iniciativa de un portugués de Lisboa –Juan Benito de Oliveira- en sociedad con su yerno, natural de la comarca tudense. Fue la típica empresa familiar y su denominación comercial La Peninsular.
Nuestro principal protagonista, Juan Benito de Oliveira, se estableció en Tui a principios de siglo junto con su esposa María José Pereira (2). En 1911 una de sus hijas, Aurora, contrajo matrimonio con José Rodríguez Vila, de una familia de comerciantes de Caldelas de Tui. Oliveira y su yerno tenían ya negocios comunes y en 1913 decidieron establecer una fábrica de galletas. Acá una crónica del asunto.
Y aquí la inscripción de la marca La Peninsular en el Registro de la Propiedad Industrial.
1913
¿Era Tui un buen emplazamiento para fabricar galletas?. Pues ni especialmente bueno ni tampoco malo. La fábrica se ubicó al lado de la estación ferroviaria, como tantas otras, por lo que estaba bien comunicada con el puerto de Vigo y con el resto de la península, de tal modo que llegaban con cierta facilidad los insumos procedentes del extranjero o del resto de España. Lo mismo sucedía con los productos terminados. La proximidad a Portugal debió de ser considerada una ventaja por sus fundadores, que contaban con pedidos del país vecino ya en sus inicios.
Estar en Tui suponía, además, tener buen suministro de huevos -gallegos o portugueses-; de madera para envases y de leña para combustible, porque era zona con muchos pinos y aserraderos; de hojalata y productos litografiados, ya que Vigo era un gran centro de conservas de pescado y existían empresas suministradoras. Tui contaba también con energía eléctrica, y cabe pensar que los salarios no eran muy altos. En resumen, debía de ser uno de los mejores lugares de Galicia, en términos de costes y abastecimiento de insumos, para establecer una empresa galletera.
La fábrica se había instalado en terrenos de la familia cerca de la estación de tren de Tui –como ya he señalado-, en la ‘Villa Piris’ -una errata en el reportaje, tiene que ser Pires-, propiedad de los hermanos Pereira da Concepción Pires, la familia política de Oliveira (3).
Como puede verse más arriba la maquinaria había sido traida de Inglaterra y el experto en galletas era Oliveira: “Todas las operaciones son dirigidas por el Sr. Oliveira, competentísimo industrial que ha estado al frente de las más importantes fábricas de este género en Inglaterra y Portugal.”
El momento escogido no pudo ser más oportuno porque al año siguiente empezó la 1ª Guerra Mundial (1914-18) y las galleteras españolas aumentaron considerablemente sus exportaciones. El gráfico adjunto no deja lugar a dudas. Las guerras suelen impulsar la demanda de alimentos de fácil consumo y cómoda conservación como las galletas o las conservas.
Moreno, Javier (2008), Tecnología, empresa y mercados en la fabricación española de galletas, p.19
Un reportaje de 1918 nos muestra las instalaciones de La Peninsular y el retrato de un joven nuevo socio, Alberto Valencia, que contrajo matrimonio con otra hija de Oliveira, Virginia, en 1921. (4)
1918
1918
En 1924 constituyeron una nueva sociedad llamada Oliveira, Valencia y Compañía, y en 1930 se incorporó a la empresa como socio y gerente José Garra Garra, de Ponteareas, concuñado de Juan Alberto Oliveira Pereira, hijo del fundador. José Garra y Juan Alberto Oliveira se habían casado en 1927 con dos hermanas, Mª Luisa y Consuelo Vieitez Soto, hijas del magistrado José Vieitez Penedo y nietas de Ignacio Vieitez Tapia, del pazo de Sela (Arbo), quien había sido presidente de sala del Tribunal Supremo y diputado (5).
Por la abundancia de anuncios que aparecen en la prensa tras la incorporación de José Garra da la impresión de que La Peninsular adquirió un nuevo ímpetu, o bien de que luchaba por mantenerse ante la dura competencia que en los años de la 2ª República (1931-36) sostuvieron las empresas galleteras españolas, algo bien comprobado por un experto en el tema, Javier Moreno, en un articulo publicado en el año 2008.
Aquí tenemos varios anuncios de los diferentes surtidos que ofrecía La Peninsular, con nombres escogidos pensando en la clientela infantil –Pirulí y Pitusín- que recuerdan mucho a una de las marcas estrella de la firma Artiach, su gran rival: Chiquilín.
1933
1933
También atendió la empresa de Tui a los compradores de galletas sencillas y baratas, las conocidas galletas María.
1934
El otro puntal de la estrategia comercial de La Peninsular consistió en reivindicar su origen gallego. De ahí que crease un surtido ‘Celta’, que fichase a la Miss España gallega para sus anuncios, o que se refiriese a sus productos como ‘Las galletas de Galicia’ (6).
1933
Al mismo tiempo, para no dar la impresión de ser una empresa regional, recalcaba que sus productos se vendían en toda España.
1934
Artiach, el pequeño gigante vasco del sector galletero, no dudó en contraatacar a la firma de Tui con un anuncio un tanto desconcertante. El mensaje era que los compradores gallegos de galletas debían tener en cuenta que las cajas de madera en las que Artiach enviaba sus productos eran de pinos procedentes de Galicia. Que no se dejasen engañar por la propaganda que recomendaba el consumo de galletas 'made in Galicia'.
1934
En un reportaje de 1935 sobre La Peninsular podemos comprobar cómo funcionaba la empresa. El fundador Oliveira había muerto en 1933. Son tiempos difíciles, de lucha por los clientes, y el redactor del reportaje se esfuerza en animar al lector a la compra de galletas 'made in Galicia'.
"LA PENINSULAR (TUY)
Una visita a la mejor fábrica de galletas de Galicia y una de las mejores de España.
Algo más de 100 personas trabajan diariamente para sostener la producción normal de la más importante fábrica de galletas que existen en Galicia: 'La Peninsular' de Tuy. Dos hombres jóvenes, animosos y emprendedores, don Juan Alberto Oliveira y don José Garra, dirigen y orientan esta industria (...) Fundada en 1911 por don Juan Benito Oliveira, 'La Peninsular' ha seguido un ritmo sostenido de superación que obligó a sus actuales propietarios a la electrificación total de los diversos servicios de la fábrica. Para ello han sido precisos 7 motores eléctricos cuya energía se consume íntegramente en las funciones de la producción. La electrificación, naturalmente, trajo consigo la instalación en la importantísima industria de la más moderna maquinaria que ha sido incorporada de Alemania y de Inglaterra: rotativas, máquinas de empaquetar, hornos modernísimos, máquinas para la producción de envases metálicos; carpintería para los de madera, taladros, vagonetas, todo ha sido instalado conforme a los últimos procedimientos técnicos.(...)
'La Peninsular' produce diariamente algo más de 2.500 kilos de galletas en los diferentes tipos en que trabaja, dando ocupación directa a más de 100 empleados gallegos, sin que sea posible calcular los beneficios que, indirectamente, recibe de ella el trabajo gallego en general. (...) Los diversos productos y materias primas que se consumen, en su mayoría, son obtenidos en Galicia. 'La Peninsular' consume, por mes, 5 vagones de harina y uno de azúcar. Mensualmente, también: 2 toneladas de mantequilla; 800 docenas de huevos; 65 toneladas de leña para combustible, e invierte en Vigo, también mensualmente, 2.000 pesetas en trabajos de litografía para etiquetar los envases que consume.
Galicia no ha comprendido aún, y por ello es nuestra misión la divulgadora, la importancia excepcional de algunas de sus grandes empresas industriales. Y es hora de que nos vayamos dando cuenta todos de la importancia de este problema de protección a lo nuestro. Hoy queremos señalar, en el caso concreto de 'La Peninsular', que casi toda su producción es absorvida por el mercado nacional. A toda España envía esta fábrica sus productos, especialmente a Andalucía, Murcia, Córdoba, Santander y Levante. Los mercados de más intensa demanda son: Madrid, Valencia y Málaga.
'La Peninsular' produce todos los tipos de galletas, desde el más caro al más económico. Queremos, no obstante, destacar entre las labores las siguientes: 'SURTIDO PIRULÍ', compuesto de 20 clases de variadísimos y exquisitos sabores. 'TOSTADA DE CACAO', única en el mercado nacional por su acentuado sabor a cacao, agradabilísimo al paladar. 'PITUSÍN', la galleta ideal para todos, compuesta de mantequilla, leche y huevos. Y de entre toda esa producción, destaca, de una manera definitiva y absoluta en España, la galleta MARÍA de 'La Peninsular'; de ella, dicen sus fabricantes en una circular que tenemos a la vista: 'Ofrecemos 5.000 pesetas a quien nos demuestre técnicamente que nuestra galleta MARÍA no es tan buena como la de las mejores marcas del mercado español y mejor que muchas otras. Tal es la seguridad que tenemos de que ningún fabricante de España puede fabricar la galleta MARÍA más escrupulosamente que nosotros'.
Cuando marchamos de 'La Peninsular' coincidía con la nuestra la salida del personal. Limpios, pulcros y joviales, los obreros reían y charlaban mirando con optimismo el porvenir. (...)" (1935)
Los obreros miraban con optimismo el porvenir porque no podían saber, claro, que faltaban meses para el inicio de la Guerra Civil (…)
Pero ... estalló la Guerra Civil española (1936-1939) y, claro, todo se puso patas arriba. Y todo da a entender que a las galleteras gallegas les fue bastante bien durante el conflicto. Sin la competencia de las firmas vascas, aragonesas y catalanas –en territorio de la República- y por la gran demanda de alimentos para el Ejército, debieron de multiplicar su facturación. Lo lógico es que se redujesen a casi cero las ventas de galletas finas y de bizcochos de fantasía, pero seguro que fueron grandes las de ‘galletas de batalla’, de galletas de harina y azúcar para abastecer a las tropas y a la población civil.
Acabada la guerra los fabricantes se enfrentaron a la subsiguiente escasez de materias primas, de suministro eléctrico, de combustibles, de servicios de transporte, etc. El caso del azúcar es bien evidente: no sólo cesaron las importaciones, sino que además la producción española pasó de más de 300.000 toneladas en 1934 y 1935, a una media de solo 150.000 anuales en el período 1940-1950. Con la producción de trigo y harinas o de hojalata sucedió otro tanto.
Con suministros escasos y racionados, y con tanta gente que ni siquiera podía consumir pan y debía acudir al estraperlo para conseguir azúcar y otros productos básicos, los galleteros fueron sobreviviendo a base de elaborar galletas sencillas.
Pero las empresas que hubiesen estado en activo antes de la Guerra conseguían sus cupos oficiales de harina o azúcar, y esto debió ser la explicación de la supervivencia de los galleteros gallegos. En una estadística del sector galletero lucense en 1948, concentrado en Sarria y Láncara, comprobamos que se mantienen en activo el mismo número de firmas que antes de la Guerra, ocho.
Por mis informaciones sólo dos empresas gallegas eran propiamente fábricas de galletas, en la postguerra, y no meros obradores: La Peninsular de Tui y Galletas Rubianes, con factoría en Láncara, cerca de Sarria. Esta segunda había sido vendida a Industrias Gallegas –holding industrial del Banco Pastor- durante la Guerra Civil (…) La fábrica de Galletas Rubianes fue más adelante adquirida -ignoro cuando- por el empresario de la construcción lucense Varela Villamor, quien le dio el nombre de INVASA (Industrias Varela SA). Galletas INVASA, ¡la felicidad de su casa!.
Tanto La Peninsular de Tui como la firma INVASA de Pobra de San Xiao sucumbieron en los años 1960, incapaces de hacer frente a las empresas galleteras mejor equipadas una vez eliminado el sistema de cupos, restablecida la competencia y autorizada la penetración de empresas extranjeras (7).
NOTAS
(1) Outros autores sinalan que a data foi en 1911
(2) Este Juan Benito Oliveira, natural de Lisboa, tiña sido contratado en 1901 para instalar en Pernambuco – Brasil como encargado unha fábrica de galletas e chega a Tui en 1911 onde xa residía a súa esposa e seis fillos (posiblemente exiliados de Portugal logo da proclamación da República en 1910).
(3) A fábrica estaba ubicada na zona do Pazo do Pilar, nos terreos que logo foron urbanizados e que conforman a Travesía de Casal Aboy.
(4) Nos inicios dos anos vinte se incorpora á dirección da empresa o fillo do fundador Juan Alberto de Oliveira Pereira (1902-1994) que asume completamente pois o seu cuñado José Rodríguez Vila e a súa esposa Aurora pasan a residir a Madrid logo que a tise teña acabado coa vida do seu único fillo. Juan Alberto de Oliveira será una destacada personalidade na vida tudense: cónsul de Portugal varios anos, líder da patronal tudense nas conflitivas décadas de 1920 e 30, presidente da Cámara de Comercio tudense entre 1959 e 1970, corresponsal do Faro de Vigo, etc. Por outra banda, a incorporación do vallisoletano Alberto Valencia á empresa está ligada ao apoio que lle presta o Banco Simeón, do que era socio por aqueles anos o abogado tudense, radicado en Compostela, Ricardo Blanco Cicerón. Carezo de datos para saber que é primeiro se a chegada de Valencia á empresa ou á familia Oliveira.
(5) José Garra Garra (Ponteareas 1896-Vigo 1964) fillo dunha acaudalada e prolífica familia propietaria da fábrica de curtidos “La Perillana” na vida do Tea e cunha grande actividade social e política. O seu tío Amado Garra, foi un fervente republicano e agrarista –propietario do decenario El Tea- e chegou a Alcalde de Vigo; tamén o seu tío Emilio foi alcalde de Ponteareas na II República. Casado en Tui en 1927 residía nun magnifico chalé construido na confluencias das actuais rúas Colón e Casal Aboy, dotado ata de pista de tenis!. Por mágoa este impresionante vivenda foi derrubada a finais dos anos sesenta para levantar un edificio. José Garra Garra, republicano moderado, será o primeiro alcalde de Tui tras a chegada da República entre 1931 e 1933. Foi acusado de rebelión militar e encadeado nos inicios da Guerra Civil e librado do pelotón de fusilamento pola súa amistade co xeneral Mola, a quen tiña traslado no seu auto ata Lisboa anos antes. Ao fin da guerra pasa a residir a Vigo e posteriormente a Madrid, para facilitar os estudos da súa filla Carmela –que casara co tudense Gerardo Cela, que chegará a almirante da Armada-. Gracias a súa fortuna entra na empresa familiar de “La Penínsular” cun forte investimento, que segundo algunas información chega ata o 75% do capital.
(6) A presenza na publicidade das galletas de “La Peninsular” da Miss España, Emilia Docet, xa foi abordada neste blog: “La miss galleguista y las galletas de Tui” http://tudensia.blogspot.com.es/2011/01/la-miss-galleguista-y-las-galletas-de.html
(7) O último director da fábrica tudense foi a tercera xeración do Oliveiras, Juan José Oliveira Vieitez, que logo de pechar a empresa inicia a súa actividade como escultor onde acadará un importante recoñecemento.
El máximo empleo que alcanzó en la Armada Gerardo Cela Diz fue el de Capitán de Navío (Coronel). Su hermano Ignacio si llegó a ascender a Almirante, quizás el error venga por ahí.
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