Ir al contenido principal

A Catedral de Tui en 1896 por Alfonso Pérez Nieva


Ao longo dos anos son moi numerosas as descricións publicadas sobre a nosa cidade e os seus principais monumentos, moi especialmente da Catedral. Canto máis antigo sexa o relato, máis alá da súa calidade literaria, nos ofrece unha imaxe da cidade e da catedral que nos proporciona unha interesante información para contrastar coa documentación e contribuír á unha fidedigna representación da nosa cidade.


Ofrecemos hoxe aos lectores de Tudensia as páxinas referidas a Tui dun libro de viaxes publicado pola “Biblioteca Gallega”, a prestixiosa editorial coruñesa que promovía Andres Martínez Salzar, no ano 1900 titulado “Por las Rías Bajas: notas de un viaje por Galicia” de Alfonso Pérez Nieva.

O escritor e xornalista Alfonso Pérez Nieva, asinaba así aínda que en realidade chamábase Alfonso Pérez Gómez-Nieva, foi un prolífico escritor. Naceu en Madrid o 19 de maio do ano 1859 e faleceu en Badaxoz en 1931. Estudou Filosofía e Letras e foi funcionario do Ministerio de Instrución Pública, onde exerceu o cargo de xefe do Negociado de Institutos Xerais e Técnicos. Chegou a ocupar o posto de Ministro de Instrución Pública e Belas Artes en dúas ocasións, aínda que en ambas as de maneira ocasional: do 17 de setembro ao 21 de decembro de 1923, como funcionario habilitado; e do 5 de agosto ao 24 do mesmo mes de 1925, como interino durante a ausencia do titular do cargo.

Colaborou en numerosos xornais e revistas, entre eles en 'Revista de España', 'A Ilustración Española e Americana', 'O Imparcial', 'O Liberal', 'Heraldo de Madrid', 'ABC' e 'Branco e Negro'.

Autor de máis de corenta títulos, Pérez Nieva cultivou case todos os xéneros: novelas, contos e narracións, poesía, libros de viaxes, teatro. Literariamente encádrase dentro do naturalismo cristián e conservador, defensor dos valores tradicionais.

Alfonso Pérez Nieva, ilustración de Cilla, en Madrid Cómico (1895)


A súa primeira novela, “Esperanza e Caridade” (1885) trazou as constantes do resto da súa produción, exaltadora da virtude e a educación cristiás, do poder redentor do traballo, do matrimonio por amor e da independencia profesional da muller. “La clase media” é o título dunha serie novelesca inconclusa que se inicia en 1889 con “El alma dormida” e pretende ser unha galería de retratos da burguesía como os presentados en “La última lucha” (1888), “El buen sentido” ou “La dulce oscuridad, para dar paso nos últimos anos da súa vida ás novelas histórico-costumistas como “El paje de la duquesa” (1923) ou “El juez, el duque y la comedianta” (1931).

Publicou ademais numerosos contos e relatos; tres libros de poemas; 'La romántica' (1892), obra que se estrenou no Teatro de la Princesa de Madrid; e os libros de viaxes 'Por Levante' (1892), 'Un viaje a Asturias pasando por León' (1895), 'Por la Montaña' (1896), 'Por las Rías Bajas' (1900) y 'Viajando por Europa' (1911).

Realiza dúas viaxes a Galicia, unha a inicios da década dos oitenta do século XIX e a viaxe que recolle neste libro “Por las Rías Bajas” entre agosto e setembro de 1896, aínda que o libro non será publicado ata o ano 1900 e nes mestura as impresións de ambos recorridos.

Inicia a viaxe por Galicia que recolle no seu libro en Tui, pois tras un percorrido por Portugal chegan en tren ata Valença “cruzando luego á la otra orilla en un llamémosle ómnibus, sin que, por no llevar equipaje, ni ser hora de viajeros, tropezáramos con caribinero alguno”.

En Tui céntrase exclusivamente na Catedral pois á cidade non lle resulta de interese (“Tuy es moderno, del día...”) e nos ofrece unha descrición do templo catedralicia e do seu claustro (“de los más bellos que he visto”) e algunha noticia de interese no seu relato que iremos anotando sobre o mesmo. Estamos pois diante da imaxe da Catedral tudense nos finais do século XIX que recolle este relato de Alfonso Pérez Nieva.

TUY
I
LA CATEDRAL DE TUY

Entrar en Galicia viniendo de Portugal, es penetrar en la encantada región de los robles por su pórtico de la Gloria, por su atrio de honor. Debajo de nosotros, del tren que rueda á lo largo de lo que los hombres, los eternos pigmeos rebelados con la madre naturaleza, han bautizado jactanciosamente de puente internacional, se desliza buscando el mar próximo, el río sagrado, el Miño, que ciñe y bordea y defiende el paso de su tierra querida, y á nuestro frente, con su tendencia céltica de raza á encaramarse, se yergue Tuy y su catedral negra de los tiempos medioevales, á la vez templo y fortaleza, almenada, como un arcáico centinela cubierto de loriga, que los pasados siglos se hubieran olvidado de relevar y que aún pretendiera vigilar el arribo de toda gente extraña a sus custodiadas vegas.



La mañana es espléndida y luminosa, circunstancia favorable para nuestra visita á ese viejo gigante de Tuy. Cuando la senectud pesa sobre las espaldas, ya sean de piedra, ya de carne, el sol alegra el alma de los edificios como de las personas y da á su ancianidad un estraño sello de beneplácito. La catedral tudense, sin parecerse en nada a la de Ávila, traémela á la memoria. Como ella posee firmes sillares de castillo, como ella tiene muros almenados, como en ella horadan sus bloques las aspilleras que dejaron escapar un día ya las plácidas bendiciones de la calma monástica, ya las sibilantes flechas de la comunidad, lanzando la campana mayor á vuelo y enarbolando el pendón de combate. Pero todo pasó. Ahora que yo la veo, sonríe con su sonrisa senil de segunda infancia, ufana de sus recuerdos históricos y de sus golondrinas.

El gran aliciente de la catedral de Tuy es su fachada originalísima. De fondo ceñudo, dos recias torres con almenas reforzadas por estribos, aprisionando un ático liso, sin otra ornamentación que una estrella orlada por varias semicircunferencias concéntricas y en primer término el pórtico techado, con su exquisita puerta de labores de piedra, tímidamente abierta en lo hondo del vestíbulo, quizás agobiada bajo el peso de la mole de granito que la cobija y no del todo descontenta de la vecindad de los dos arcos apuntados que para darla paso caen graciosamente sobre los grupos de esbeltas columnitas que los sustentan.

¡Bien conservada se halla la puerta! Seguramente que los que la encerraron entre recios muros y la pusieron una montera de granito no pudieron calcular el favor que la hacían librando á sus figuras de piedra de la decapitación de unos siglos “sans culottes” en materia de arte. Lo mismo las ocho estatuas de los apóstoles, santos, y reyes, erguidas á uno y otro costado sobre sus esbeltos y derechos fustes, que los dos bajo relieves del montante y el tímpano representando escenas del nacimiento de Jesús, osténtanse con todos sus detalles respetados, permitiendo así gozar de las bellezas de la ornamentación. En España perduran muchos monumentos arquitectónicos, pero sin narices. Apenas existirán por ahí media docena de monarcas sobre sus capiteles, que no hayan llegado chatos hasta á nosotros. Constituyen las archivoltas en el remate de la entrada guirnaldas de rosas. La impresión de la portada es de riqueza en el conjunto y en los detalles. El artífice cuidó tanto del efecto como de la minuciosidad.

Tiene esta puerta otra hermana, mayor que ella en edad, de ese estilo románico lleno de sencillez que yo calificaría de modesto, con dos columnas en los flancos y cuatro archivoltas de parca labra en el medio punto. Entre ellas debió existir un tímpano con figuras; pero por allí ha pasado la ola de la posteridad dejando sólo restos informes y una arcada doble y tupida con un bajo relieve en el que destaca la efigie en buen estado de un obispo echando la bendición. Es cosa de felicitar á su ilustrísima por tal suerte.

No hay tiempo para detenerse. Admiremos el óvalo amplio y artísticamente labrado, parejo á la puerta citada, los ábsides elegantísimos de traza y el campanario con sus ricas veletas de hierro, vieja torre que corona el edificio á manera de una de esas cabezas de centenario en un cuerpo que la senectud encorvó. Y antes de penetrar en el templo, maldigamos la plebe de casucas que, como en otras poblaciones, estrecha en Tuy á la catedral, y que no parecen sino los pobres de cal y canto de las históricas fábricas.

LA TUDENSE POR DENTRO
Poco puede apreciarse en una visita al paso. La iglesia es de clásica belleza, de cruz latina en su disposición y de muy original desarrollo en sus naves alumbradas por hermosos rosetones que se prodigan, menos en la mayor que resulta envuelta en sombra. ¡Y ojalá que ésta envolviera también el altar de gusto deplorable![i] Los aficcionados á rejas deben visitar el interior de la catedral de Tuy. Las hallarán de puro estilo renacimiento[ii]. Notable es la capilla del Sacramento[iii], de bóveda ojival y magníficas fenestras, con dos buenos nichos tumulares. Huelga advertir que donde quiera se descubren remates de obra del siglo anterior, con su barroquismo pesado y delirante que no respetaba estilos, ávido de imponer sus extraños caprichos artísticos. Ejemplo la verja de la mencionada capilla y eso que en ella el artífice se comprimió, como dice Ricardo Vega, en su sainete, acaso seducido por la belleza de forja del hierro confiado á su gusto estético.



Pasamos al claustro. Para mi es uno de los sitios que mayor encanto ofrecen en las catedrales. En primer lugar el claustro es la devolución á los ojos del don preciado que el Supremo Hacedor los concedió: de la luz. El templo en la penumbra, rasgada sólo por las palideces de las lámparas y de los cirios, abruma con la pesadumbre de los éxtasis místicos que, si elevan el espíritu, ahogan á la materia. No hay sombra de nave que no deje caer en el alma una gota de tristeza. La salida al claustro es la salida á la vida, al sol, á la naturaleza libre dentro del medio ambiente religioso de la oración recién concluída. El claustro, además, es la catedral íntima, la catedral familiar, la catedral “humana” si vale la frase, donde se pasean los canónigos cuando consagran su mente á la tierra, la que oye sus coloquios, la que sabe cuanto en la santa casa sucede. Preguntárase a sus bloques y cada uno será un cronicón. En mi expedición a Ávila, vi, discurriendo por los claustros del convento de Santo Tomás, varios dominicos blancos. ¡Qué no hubiera dado por oírles! Me tuve que contentar con gozar viendo sus siluetas suaves tan bien encajadas bajo las venerables y románicas bóvedas!

El claustro de la tudense es de los más bellos que he visto y no se me han olvidado los admirables de las catedrales de Oviedo, León, Segovia y Tarragona, entre otros. Este de Tuy es un puro ejemplar del ojivo en su primera época, en la que todavía se advierten, junto a la gracia sencilla de los arcos góticos, las robusteces románicas, formando un delicioso maridaje los sólidos machones de columnas con la finura aérea de las rosas de las claves. Como detalles, aparte de dos sepulcros murales, merecen citarse el altar del Crucificado[iv], un relieve de alabastro[v]; Santa Isabel y el Niño Jesús[vi] y la tumba de mármol de San Pedro Telmo[vii]. Nota al margen. El claustro se conserva bien, con escasos deterioros, sin haber necesitado nunca probablemente la mano reparadora de ningún alarife del siglo pasado, y quizás por eso mismo.

Para un entusiasta de los antiguos edificios, como yo lo soy, resultaría miel sobre hojuelas encontrarme ahora con un montón de casas viejas, con un Santillana cántabro, v.g. Pero no sucede asi. Tuy es moderno, del día, parece recién levantado. La atención del artista se la lleva por ende la catedral… y el paisaje. Ocupa el sagrado edificio la cumbre sólo del castro sobre el que se yergue. Diríase que todas las piedras han querido alzarse en la cúspide para “ver” la campiña, para recibir en sus poros el continuo beso de la brisa que sube del río, que sube de los valles, que sube de los huertos, que mantiene en la atmósfera una permanente emanación de frondas espesas, escalando á todos los vientos el cerro y purificándose y haciéndose más sutil á medida que se eleva hasta la enhiesta fábrica por los peldaños de los árboles!



[i] O retablo do altar maior da Catedra de Tui era unha obra neoclásica que foi desmontado cando a rehabilitación e reforma da Catedral dos anos sesenta do século XX, para instalar no pesbiterio o coro que ata aquela ocupaba a nave central do templo. A imaxe da Asunción de Nosa Señora que preside hoxe o altar maior formaba parte dese retablo.

[ii] Esas rexas marcaban o espazo que comunicaba o coro co altar maior, formando a denominada Vía Sacra. Na actualidade aínda se conservan parte deste conxunto nos lateriais do presbiterio da catedral e as outras rexas retiradas as podemos contemplar no claustro e no Museo Diocesano.

[iii] Naquela o Santísimo Sacramento se gardaba na Capela das Reliquias ou San Telmo (non como na actualidade que cumpre esta función a capela de San Andrés).

[iv] Conservado aínda na actualidade unicamene o Cristo “das batallas” pero tendo perdido o resto do retablo do que fala Alfonso Pérez Nieva

[v] Esta peza é descoñecida na actualidade.

[vi] Esta peza, que formaba parte do retablo central da Catedral realizado en pedra caliza de Coimbra, podemos ollala actualmente no Museo Catedralicio.

[vii] Na actualidade este sartego de mármol está depositado no Museo Diocesano; aproveito para reivindicar unha mellor atención a esta peza, pois amáis do seu evidente valor histórico, posue outra valor intanxible e devocional, ao ser unha reliquia “de contacto” de San Telmo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

O antigo Hospital e Inclusa (actual Edificio "Francisco Sánchez") cumpre hoxe cen anos

Neste ano 2023 a cidade de Tui vive diversos aniversarios de interese, especialmente o referente ao cuarto centenario do falecemento do egrexio médico e filósofo tudense, Francisco Sánchez, sobre o que nos ocuparemos en datas próximas. https://www.facebook.com/fotosantiguastuy/photos Centrará hoxe a nosa atención outra significativa efeméride, o centenario da inauguración do Hospital e Inclusa de Tui celebrado o 1 de maio de 1923, hai hoxe cen anos, que culminaba un longo proceso de construción deste edificio. Na actualidade este antigo hospital é o Edificio “Francisco Sánchez” coñecido popularmente como Área Panorámica de Tui. É pois unha feliz oportunidade para realizar unha aproximación a historia deste edificio emblemático da nosa cidade. Un edificio creado para acoller as instalación do hospital e da casa de expósitos, ou inclusa. A historiografía ten abordado nas últimas décadas aspectos da historia social pouco atendidos tradicionalmente. O tema da marxinación social é un de

Unha nova entelequia: un Camiño Portugués de Nossa Senhora do Norte por Tomiño e Gondomar

Vivimos nun mundo mediático onde cada vez temos acceso a un maior abano de información de todo tipo, o que en principio resulta altamente positivo e enriquecedor pero paralelamente existe o evidente risco de carecer de elementos de discernimento e valorización para recoñecer o rigor e a falsidade, a veracidade e os falseamentos. Ven a conto esta obviedade para abordar unha breve reflexión sobre a noticia que en días pasados publicaron os medios de comunicación con este titular: Tras un año de investigación, la alcaldesa de Tomiño, Sandra González; el presidente de la Cámara Municipal de Vila Nova de Cerveira, Rui Teixeira, junto al alcalde de Gondomar, Francisco Ferreira, y la concejala de turismo de Redondela, María Castro; y el arquitecto e investigador Antonio Soliño, presentaron el «Camiño da Nosa Señora do Norte a Santiago», una variante del Camino de Santiago que pasa por el territorio que recogen ya los archivos históricos. No texto da noticia se afirma o seguinte: La invest

Un poema en galego de D. Basilio do ano 1957

A figura de D. Basilio, cóengo maxistral na catedral tudense e profesor durante varias décadas no Instituto San Paio, continua a ser lembrada por moitos tudenses pola súa erudición, especialmente no que atinxía á historia da nosa cidade como pola súa singular personalidade. Neste blog conmemoramos hai algúns anos o centenario do seu nacemento, o 14 de abril de 1911, ( https://tudensia.blogspot.com/2011/04/hoxe-centenario-do-nacemento-de-don.html ) reproducindo un breve artigo publicado no libro das festas de San Telmo dese mesmo ano  2011. Sinalabamos daquela que era unha persoa sumamente austera, todos o lembramos coa “teja” cubrindo a súa cabeza, a súa faciana morena, sempre vestindo unha raída sotana, fumando os “bisonte” sen boquilla que ofrecía a cantos a él se achegaban, a súa conversa sempre mesturada con referencias teolóxicas. Case todas as tardes, primeiro pedaleando na súa bicicleta, e anos máis tarde sobre a súa vella mobilette (algún día tivo de ser nova pero a miña le