Neste ano 2015 a celebración do “Día
das Letras Galegas” está dedicada a Xosé Filgueira Valverde, unha das más
egrexias personalidades da cultura galega do século XX e que ten deixado a súa
pegada en múltiples ámbitos da nosa cultura: a literatura, a investigación,
etc.
En moitos escritos, por exemplo
nas misceláneas que ten publicadas baixo o nome xenérico de “Adral”, atopamos
numerosas referencias á nosa cidade e os seus persoeiros. Filgueira sempre
mantivo una actitude de grande apertura á cultura portuguesa, no ronsel da xeración
“Nos” con quen tanto colaborou nos seus anos mozos, salientando as súas achegas
ao mundo da peregrinación, onde a súa cidade de Pontevedra tamén adquiria
singular protagonismo.
Achegamos hoxe este artigo
xornalístico onde Filgueira glosa o Camiño portugúes u bracarense, publicado
hai xa 50 anos e que testemuña como a preocupación e estudo sobre o fenómeno da
peregrinación xacobea portuguesa non se cingue únicamente as achegas dos
últimos vinte anos, senón que afondan as súas raigames moito máis aló no tempo.
TUI EN EL CAMINO PORTUGUÉS DE LOS
PEREGRINOS
Por José Filgueira Valverde
El “camino francés” traía a
Santiago desde las entrañas mismas de la vieja Europa la riada de los devotos y
penitentes que venían a venerar la tumba del apóstol; por el “camino portugués”
llegaban los que enviaba la tierra lusitana que se acogía a su protección y
multiplicaba las parroquias y santuarios en que se veneraba el evangelizador:
“Santiago da
Galiza
espelho de
Portugal
axudademe a
vencer
nesta batalla
real”
Esta ruta meridional de la
peregrinación se llama también “bracarense”, de la Peregrina y de la Rainha
Santa.
Al denominarla “bracarense”
aludimos a la vía romana Bracara-Lucus, que en parte seguía y que fue un día la
arteria histórica del macizo galaico-duriense estableciendo la comunicación entre
las Galicias, señoreadas por las dos famosas ciudades. La mención de Braga,
digna rival de Compostela, en los fastos eclesiásticos, evoca toda la gloria
que en la época suévico-bizantina en el gobierno, las letras y el monacato. Ir
y venir de Santiago a Braga en la Edad Media era rehacer toda una tradición,
caminando de santuario en santuario; aún hoy si Santiago es peregrinación de
los bracarenses, el Bom Jesús es devoción de los gallegos.
Al llamarle “camino de la
Peregrina” se destaca la devoción marial que centra estas estradas. No hay ruta
del “piadoso viaje” a Compostela que no esté presidida por un santuario de la
Virgen; aquí es el de Pontevedra, con su planta en forma de concha venera (de
“vieira”) y su imagen vestida en traje de romera de Santiago, con manto,
esclavina, escarcela y bordón...
Si, por último la llamamos
“caminho da Rainha Santa” hablamos de la más famosa figura que la recorrió
porque Santa Isabel de Portugal hizo dos veces (en 1326 y 1335), humildemente,
anónimamente, esta ruta que tantas figuras del Portugal eterno supieron
recorrer.
Por la famosa, ejemplar, romería
de la esposa de Don Dinis se dice que el “camino portugués” arranca de Coimbra,
donde la santa, a modo de peregrina con su báculo está enterrada. Pero por
estas estradas venían las gentes de los Algarves y de la Beira, los lisboetas y
los que cantaban en las sierras las viejas canciones que supo hacer cortesanas
el genio de Gil Vicente. Ni el camino francés le supera en relatos de romería e
itinerarios de viajeros (Guerra Campos acaba de publicar el de Confalonieri).
Santarem, Leiria, Viseu, Guimaraes, Porto, Viana, Bragança misma dieron
“pousada” a los caminantes que llegaban por sendas y trochas laterales, que
pasaban en barca por Camiña, por Valença o por Monçao o que preferían entrar
por la Serra do Xurés, por la romana Chaves o por Bragança.
En Tui y en Pontevedra, encontraban alberguerias, allí donde naciera San Teotonio y donde el “corpo santo” de Fray Pedro González Telmo, era invocado por los mareantes; aquí donde Alfonso Henriquez había sellado las paces del reino nuevo. Luego seguían a Padrón donde se les ensañaban las rocas donde había predicado Santiago, y el ara en que había sido amarrada la barca y la iglesia que había sido sede apostólica, Iria Flavia. Ya a la sombra del Castro Lupadio seguían hacia la prometida Compostela.
En Tui y en Pontevedra, encontraban alberguerias, allí donde naciera San Teotonio y donde el “corpo santo” de Fray Pedro González Telmo, era invocado por los mareantes; aquí donde Alfonso Henriquez había sellado las paces del reino nuevo. Luego seguían a Padrón donde se les ensañaban las rocas donde había predicado Santiago, y el ara en que había sido amarrada la barca y la iglesia que había sido sede apostólica, Iria Flavia. Ya a la sombra del Castro Lupadio seguían hacia la prometida Compostela.
Camino bellísimo con atalayas
abiertas sobre largos horizontes de tradición y de historia. Camino fiel,
cuando las gentes olvidaban el culto del Apóstol de Occidente Portugal seguía
llenando sus agros de santuarios dedicados a Santiago. Cuando nadie peregrinaba
ellos venían. “Sactiagu por nos ora” repetían con la vieja canción del retorno
de Don Manuel el Afortunado cuya lámpara votiva ante el altar compostelano quedó
al cuidado de manos pontevedresas.
La Hoja del lunes de Vigo. 19 de
abril de 1965
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