O vindeiro domingo o Monte Aloia acollerá, un novo ano, a romeria dedicada á Virxe das Angustias que cada primeiro de xullo reune no cume daquel monte a moitos romeiros que acuden a esta festividade tradicional da bisbarra tudense. Con todo, na actualidade esta romería por mágoa ten perdido boa parte do seu atractivo, cando era unha magnifica oportunidade para o encontro dos veciños das parroquias cercanas ao monte Aloia que acudían en grande número; concretamente chegaban xentes de Atios, os Budiños, Guillarei, Soutelo, Rebordáns, Ribadelouro, Tui, Randufe, Areas, Sobrada, Pexegueiro, Malvas, Couso, Morgadáns e Peitieiros. É unha lástima que estas celebracións festivas de caracter comarcal teñan perdido boa parte da sua forza diante das festas locais. Sirvan este post para lembrar esta romeria tradicional da nosa comarca, con duas achegas de dous egrexios tudenses, Manuel Fernández Valdés e Xosé María Álvarez Blázquez.
EL JUBILEO DE LAS ANGUSTIAS
En julio comienzan las grandes romerias gallegas que se multiplican durante el verano. Todas tienen puntos de contacto, pero todas se distinguen por las notas típicas de cada una.
El primer domingo de julio se celebra el Jubileo de la Virgen de las Angustias en el Monte Aloya. Acuden romeros de toda la comarca y del norte de Portugal para ganar el jubileo.
Muchos suben al monte en la noche del sábado; en la capilla numerosos sacerdotes oyen en confesión a los romeros y durante la noche se dicen misas y se dan comuniones. De madrugada un repique de las campanas de San Francisco y una salva de bombas despiertan al vecindario. Es que sale la procesión de las Angustias hacia el monte y hay que huir de la fuerza del sol.
Por todos los senderos que afluyen a la carretera y caminos forestales que conducen a la cumbre, caminan grupos de romeros; ellas van cargados de cestas en las que transportan suculentas viandas y ellos llevan al hombro, colgadas de un garrote, grandes botas de vino. A medida que llegan a la carretera se incorporan a la procesión.
Es un espectáculo inefable ver, en lontananza en el apacible amanecer, aquellos contingentes, en fila india, que recuerdan las estampas navideñas de los nacimientos.
Suben las cruces parroquiales de las nueve parroquias que rodean el monte, con sus párrocos al frente. En un Crucero que hay cerca de la cumbre, a un kilómetro de distancia, se reorganiza la procesión, reuniéndose con la de Tuy las nueve parroquias, que fueron llegando escalonadamente. Y, desde allí, se dirigen todos a la Capilla cantando himnos a la Virgen, en especial el del maestro Pose, con letrilla de don Prudencio Iglesias:
“A monte Aloya
Madre subimos...”
Muchos se adelantan a la procesión para poder presenciar la entrada en el recinto sagrado. Es algo maravilloso e inenarrable la subida de la Virgen, escoltada por miles de devotos, por la amplia carretera, a la vez que por todos los vericuetos y senderos surgen grupos rezagados. Hay quien sube a pan y agua y quien hace el recorrido descalzo, aunque no todos lo resisten hasta el final.
A las diez se celebra la misa solemne, al aire libre, para que puedan oírla todos y, una vez terminada y ganado el jubileo, comienza la parte pintoresca de las comidas, bajo la variada fronda de los pinos, robles, castaños y exóticas especies de árboles.
Luego, para facilitar la digestión de los estómagos repletos, la gente recorre los numerosos miradores: la Cruz, la “Cama del Santo”, etc.
Este monte está consagrado a San Julián, porque quiere la tradición que aquí recibieron martirio los santos Julián, Dativo y Vicente. La verdad es que, en una de las invasiones normandas, los vecinos de Tuy huyeron al Aloya, llevando consigo sus tesoros y las reliquias de los santos, entre ellas las de San Julián, San Dativo y San Vicente, según consta en una escritura de 1169 del rey Alfonso I de Portugal. Estas reliquias no han aparecido más.
Desde la capilla, una descansada escalera de cien pasos conduce a la fuente, de agua purísima y fría. Otras varias fuentes hay en el monte, pero está es la más frecuentada. Los devotos, así en la festividad de las Angustias como en la de San Julián, suben en grupos el amplio graderío, rezando un Avemaría en cada escalón. Es tradicional que si el Padre Santo estrujara entre sus manos un puñado de tierra de este monte, destilaría sangre.
¿Deriva esta creencia de los santos que aquí se dice martirizados, o acaso una tradición de la hecatombe con la que terminó la resistencia del Monte Medulio?
Y, antes de que el sol descienda tras el horizonte, se emprende la retirada, renovando antes la promesa de repetir tan grata jornada al año siguiente.”
Manuel Fernández-Valdés ( Boletín CIT, junio 1961, p. 2. ).
Temén o tudense Xosé María Álvarez Blázquez realiza na súa obra “Las romerias gallegas”, encargada e editada polo Centro Galego de Bos Aires, unha ampla descrición das características das festas populares de Galicia, exemplificado neste caso na romaría da Nosa Señora das Angustias, no monte Aloia tudense no primeiro domingo de xullo, onde podemos atopar nas súas páxinas párrafos como o seguinte: “Y llegan por todos los caminos las procesiones parroquiales. Tras la Cruz y el pendón, el sacerdote resopla cánticos piadosos que el pueblo corea; se adivinan las risas de la mocedad entre las inarmonías del canto. Como en el mundo todo camino tiene su encrucijada, a veces coinciden en el camino dos procesiones de distintos lugares. Cuando esto sucede detiénense ambas al avistarse, y los portadores de los pendones avanzan graves, para abatir por tres veces sus enseñas en mutuo ofrecimiento de ritual respeto. Después prosiguen aunadas la ascensión y el redoblado coro se acerca a la cima, serpenteando entre regatos, perdiéndose a trechos bajo la fronda de los pinares y robledas. El observador experimentado puede ir nombrando las comitivas desde la cúspide, con solo girar la vista a la redonda: Malvas, Pexegueiro, Tebra, Randufe, Vincios, Mougás...
Me gustó mucho este tema. Lo recuerdo de niño con 8-9 años cuando subíamos,era lejos,lejos, como ir hoy a los Ancares.Recuerdo la comida con mi familia en aquellas mesas de piedra que alguien ya desde el alba la reservaba.Lo que menos megustaba era el rosario, subiendo las escaleras misterio a misterio. Y algun cachete de mi madre para que estuviese atento.Y me preguntaba ? Por qué repetiran siempre lo mismo?
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